El sábado estuvimos en el b-Side de Molina. Un festival que lejos de ser multitudinario, cada año trae algo interesante. Este año nos juntamos allí unas seis mil personas. Buena organización y sitio cómodo (al menos para mí).
Llegamos cuando ya habían comenzado los L.A. y nos tomamos la primera copa escuchando la fantástica versión que hicieron del "Wicked Games". Sonando espectaculares, sobrios, a mí me sorprendieron, ya que no ha sido un grupo al que yo haya prestado mucha atención (los ví unos minutos en el SOS y poco más). Un concierto fino y elegante que dió paso a Heavy Trash.
En mi opinión Heavy Trash fue lo mejor de la noche. El concierto de los neoyorkinos fue una sacudida de rock y espectáculo. Jon Spencer es un monstruo en el escenario de donde no hay quien le eche salvo que le quiten -literalmente- el micrófono de la mano. Su actuación tuvo la fuerza y la pasión de los grandes conciertos. En ningún momento pareció agobiarle el reloj que marcaba en el escenario la hora y controlaba los tiempos de las actuaciones (puntuales hasta la perfección). Nos hizo saltar, vibrar, reir y aplaudirle a rabiar. Y él saltó, vibró, rio, aplaudió y tiró del cable del micro hasta más allá del límite para cantar pegado al público. Estilo y personalidad que diría aquel. Aquí un adepto a partir de ahora.
Y después Love of Lesbian. Los que más gente atrajeron al borde del escenario. Su concierto fue irregular y de menos a más. Es fácil cantar con un público entregado que va a perdonar cualquier cosa, que se sabe todas las canciones y las canta y al que le da igual que hagas gorgoritos o cambies el tono a media canción. Los LOL parecen cansados. Se les notó en la actuación, en los comentarios, en la actitud, en sus rostros. Pero se les perdona todo, porque sus canciones son muy buenas y al final te dejan la sensación de gran actuación aunque acaben con su coreografía simpática. LOL son un fenómeno y necesitan reposo. Acaban gira este otoño y creo que ellos la necesitan, la desean y se la merecen. El concierto mostró todo eso.
La siguiente actuación fue la de Ting Tings. En el segundo tema se quitaron de encima el hit "Great Dj" y el resto fue lo que fue. Sonido pregrabado y melodías bailables. No son para mí, no me gustan esos conciertos artificiales. Pero tampoco ellos pretenden nada más. Es lo que hay, si no te gusta te vas, pero la gente se divierte y baila y da igual que seamos dos en el escenario y suenen quince voces y una orquesta porque su propuesta es esa. Chapeu. Han conseguido el éxito, nada que reprochar. A mí me pareció vacío, pero la gente saltó y cantó sus canciones.
El último grupo fue We Are Standard, al que no ví porque la edad no perdona. Lo siento, os quedais sin crítica de ellos.
El b-side lleva seis años de vida. Con buena organización (quizá había demasiada cola en los baños de las chicas) y un sitio agradable, para mí es ya una cita ineludible. A ver qué nos traen el año que viene. Un sobresaliente para este -cada vez menos- humilde festival.











Que lo disfruteis...