Supongo que ya conocéis sobradamente a JEAN BAPTISTE LULLY. Violinista, danzarín y compositor de origen italiano, nacionalizado francés en 1661. Vivió en la corte del Rey-Sol (Luis XIV ) de quién perdió los favores a causa de la doble moral de la época. Los grandes maestros del Barroco ( Bach, Händel, Purcell...) le deben parte de los conocimientos que adquirieron.

Pero, no es de su obra de lo que queria hablaros, sinó de su muerte. No es un instinto macabro, es sólo que a veces podemos contemplar como las ironias del destino, no son únicamente "cuentos para niños". Lo que a nosotros nos da la vida ( la música ), a él se la quitó. Y no metafóricamente hablando.

En aquellos tiempos, los maestros utilizaban unos cetros de madera largísimos para marcar el compás, tanto en los ensayos como en las actuaciones. Lully no era una excepción. En uno de sus ensayos, fue tal su ímpetu, que se golpeó el pie con el cetro. Cuentan que se ensimismaba tanto cuando preparaba una actuación, que olvidó la herida y esta se le gangrenó " et voilà ".
Bueno, después de esta pequeña historia, os paso el vÍdeo de la película "Tous les matins du monde", que ya sé que conocéis. Es un fragmento de mi tema preferido, energizante hasta la médula y que volvió un poco más loco a este Sombrerero. Por cierto, el responsable de la banda sonora es, como no, nuestro estimado Jordi Savall.