Al hilo de los relatos de ídolos caídos en España que tan bien está desgranando mi buen amigo mocoLand, he querido traer ahora la triste historia de dos grandes de la música pop española, lo cual es decir mucho ya que, grandes grandes, hemos tenido muy poquitos.

Quiero hablaros de la triste historia de Antonio Vega, un hombre que ni siquiera en la cumbre de su éxito ha podido trasmitirme nada más que patetismo, entendiendo éste término en su acepción más académica (Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía.)
Desde que le conocí – artísticamente, se entiende – siempre le he seguido con una sensación de inevitable cuenta atrás, de despedida. Siempre parecía sacar su último disco, tocar su último concierto, hacer su última colaboración,… Recuerdo un concierto con Ketama en Madrid (año 1995 más o menos) al que asistí con un amigo médico, quien nada más verlo aparecer dijo “a este le quedan dos telediarios, tiene el hígado hinchado, SIDA terminal!!” y sin embargo aún sigue en el ajo con sus 50 tacos y kilos de heroína a sus espaldas. Recuerdo especialmente una entrevista en El País Semanal de hace tiempo en que relataba su ascendencia y caída con todo lujo de detalles y con una asombrosa honestidad. De esa entrevista, me gusta especialmente esta parte:

- Ahora Enrique Iglesias ha grabado su ‘Chica de ayer’. Cuando lo supo ¿se sintió honrado o aterrado?
- ¿Debo serte sincero? Lo primero que pensé es que en unos meses me va a caer un buen pellizco.


Recuerdo también el Sonorama de 2007 donde tuvimos que esperar más de 45 minutos a que Antonio apareciera en el escenario para tocar con Nacha Pop en aquél intento de gira que daba auténtica grima y tuvimos tiempo de especular largamente acerca de los posibles motivos del retraso.

Dicho todo esto, la historia personal de Antonio Vega no tiene la mínima importancia cuando escuchamos sus canciones. Lucha de gigantes, La chica de ayer, Una décima de segundo, o los dos temas que acompañan este “post”, Desordenada habitación y El sitio de mi recreo, son una muestra del talento excepcional de este madrileño para escribir pequeñas piezas de orfebrería poético-musicales (perdón por la cursilería).


El sitio de mi recreo


Desordenada habitación



Y como todo viene hilado, he optado por poner la versión de Desordenada habitación que apareció en el segundo disco de Enrique Urquijo con su banda paralela Los Problemas y que interpretan al alimón Antonio Vega y el propio Enrique (con los meritorios arreglos para cuarteto de cuerda de Álvaro de Cárdenas), de esta forma, aprovecho para relataros más brevemente la historia de otro Ziggy Stardust español.

Enrique firmó algunas de las canciones más emblemáticas de la movida madrileña, movimiento que precisamente tuvo su acto fundacional el día del concierto homenaje a Canito en 1980, el malogrado batería del primer grupo de los hermanos Urquijo (Tos). Déjame, Sobre un vidrio mojado o La calle del olvido son algunas de las canciones que dejó para la historia musical española, que, aunque no son especialmente santo de mi devoción, he de reconocer que siempre escucho con gusto y algo de nostalgia.
La pesadilla personal de este hombre podría resumirse en una frase que dijo en una entrevista: "Cuando sentía el hormigueo de la desesperación, recurría al alcohol, la heroína, la cocaína o los tranquilizantes (en ocasiones, todo a la vez) para conseguir una especie de muerte efímera". Con esta filosofía, no es de extrañar que el 17 de noviembre de 1999, su novia lo encontrara muerto por sobredosis en un portal del barrio de Malasaña.

Un par de historias tristes que he dudado mucho antes de “postear” pero que creo que merece la pena conocer o recordar.

Un abrazo